domingo, 14 de junio de 2009

LAGUNA DE PARÓN


Cuando se hace el tour de promoción de colegio a la ciudad de Huaraz, los lugares son repetidos todos los años: Las ruinas de Chavín de Huantar, el aún nevado Pastoruri, los baños termales de Monterrey y Chancos. Luego hay que visitar el callejón de Huaylas, pasando por Carhuaz para comprar helados, por Yungay para visitar el cementerio y la laguna Llanganuco, y por Caraz para comprar manjar blanco. Ahora, si vuelven a Caraz, les pediría detenerse un poco más de tiempo en esta ciudad apodada “dulzura” por un italiano ignorante y visitar en sus alturas a una de las lagunas más bellas del país: La Laguna de Parón.

UNA LAGUNA EN LA MEMORIA
Conocí Parón cuando estaba en el colegio. No es que la haya visitado en esa época, sino que una imagen de esta laguna ocupaba una página entera de mi enciclopedia Escuela Nueva de 5to de primaria. Estaba situada en la parte dedicada a Ciencias Naturales, como una muestra de la riqueza de lagunas de nuestro país. Era una imagen imponente. El agua de color turquesa, bañada por los rayos del sol de mediodía que resaltaba con el fondo de esa pirámide perfecta que es el nevado Garcilaso, blanquísimo y celestial contraste con el cielo azul profundo. Me detenía a admirar esa página varias veces. Ya en secundaria quise plasmarlo en una pared, para un concurso de murales organizado para adornar la fachada de la escuela. Con mi grupo hicimos una propuesta de 2 metros de alto por 1.5 de ancho. Fue un arduo trabajo de una semana, delineando los contornos, perfeccionando las líneas para luego pasar a los colores azules y celestes en diversos tonos, tal y como la laguna se nos mostraba en nuestro libro. Al finalizarlo, el cuadro nos brillaba. Fue la única vez en que sentía que fue necesario que les pidieran a mis padres comprarme temperas. Fue la primera vez que puse en práctica lo aprendido en clases de arte. Me sentía satisfecho. Al concurso se presentaron diez trabajos, incluido el nuestro que fue el más admirado, pero una propuesta mal pintada con Machu Pichu como protagonista nos ganó el privilegio de aparecer en la fachada de la escuela. Ahí aprendí que contra los íconos nacionales no se puede.


UN VIAJE PROMETIDO
Luego de esa experiencia, me prometí a mí mismo que llegaría a esa laguna. Cuando hice mi viaje de promoción, le preguntaba a los guías que nos llevaban por las rutas de siempre, cómo podía hacer para llegar a Parón. Me contestaban que estaba lejos, que se necesitaba una larga caminata y acampar. Sonaba muy complicado para mis 16 años de edad y mi bolsillo dependiente de los de mis padres. Luego vino la universidad y el trabajo y como siempre, postergando los viajes para otro momento mejor. Hasta que el año pasado me dije a mi mismo que ya era hora de hacerlo. Era fin de semana largo por las fiestas patrias que siempre me expulsan de Lima. Revisando las opciones con un grupo de amigos, alguien dijo Huaraz. Entonces recordé mi capricho con la laguna y empecé a averiguar las opciones para llegar. A diferencia del año 96, ahora se encuentra todo tipo de información viajera en Internet. Luego de las averiguaciones del caso, el viaje se hizo inminente.


PROMESA CUMPLIDA 2007
Para ir a la laguna de Parón, hay que llegar primero a la ciudad de Caraz. Existen empresas que nos llevan de frente a esta ciudad desde Lima. La otra opción es llegar a Huaraz. Es lo que yo hice. Luego de tomar desayuno de quinua con manzana, acompañado con su pan cuay, me dirigí a una movilidad que me llevó a Caraz en dos horas. La ciudad estaba de fiesta, con pasacalles y música en la plaza que prometía durar todo el fin de semana. Me dijeron que para subir a la laguna había una sola movilidad pública, la que ya había salido temprano. La otra opción era ir en un taxi. Por 70 soles me llevó un vehículo que esperaría el tiempo que demore en la laguna. Luego de una hora y media de subida por una trocha descuidada, arribamos a la parte superior, donde después de una pequeña entrada se llega a la laguna. No hubo caminata ni campamento como me dijeron 12 años antes. Llegar es sencillo y placentero.


Parón está rodeado de varios picos. A la izquierda se puede ver el Huandoy, el Pisco y el Chacraraju. Al centro la pirámide de Garcilaso y a la derecha se encuentran el Paria, Artesonraju, Caraz y Punta Aguja. Todos rodean la laguna como celosos guardianes de sus aguas puras. Esta zona pertenece a un recorrido conocido como Parón- Artesoncocha. Por el lado izquierdo de la laguna de Parón existe un camino que se pierde al lado de la pirámide de Garcilaso y nos lleva hasta el nevado Artesonraju y su respectiva laguna. En este lugar se acampa y se practica escalada en roca y andinismo. De haberlo sabido iba preparado. Bastantes extranjeros ocupaban la zona y disfrutaban del entorno, escalando o viendo a los demás hacerlo. Regresé a la zona de ingreso donde me esperaba mi movilidad y volteé para hacerme una segunda promesa con respecto a Parón: Volveré para acampar y admirarla por más tiempo. Por lo menos ahora se, que está promesa también la cumpliré.

....................................................................

TIP VIAJERO
Si no encuentran o no se deciden a donde ir; Si la única referencia que tienen de un lugar es la que les da la agencia de turismo, les recomiendo visitar www.viajeros.com. Es una web donde aparte de promocionar lugares, existe un área de DIARIO DE VIAJES, donde los suscritos escriben sus experiencias en diversas partes del mundo. Existen diarios de zonas de nuestro país también, solo es cuestión de buscar. Por ejemplo, mi amigo Miguel Cadillo tiene su diario de viajes ahí, donde nos cuenta sus travesías por Choquequirao, Rapagna, el Mistí y su última salida al bosque de Huayllay, con los amigos del grupo Wayra. Pueden visitarlo en http://www.viajeros.com/diarios-de-viajes-de-ancashino1.html. Si tienen fotos y cosas que contar de algún viaje que hayan hecho, no pierdan la oportunidad de aparecer en esta web.

Artículo originalmente publicado en la revista ZONA 39, Nº 39. Ver la versión impresa en el link: www.issuu.com/remoche/docs/paron